¡¡ FUSIONADAS !!
¡Qué deciros de mi cofradía!
Fusionadas es la Hermandad de los contrastes…
· es alegría y tristeza
· es realeza y nobleza
· es riqueza y sobriedad
· es música y silencio
· es nazarena y militar
· es gótica y barroca
· es luz, es camino, es vida, es... FUSIONADAS.
Fusionadas no es sólo una cofradía, es una forma de enfocar la vida, sin complejos, sin que nada te parezca imposible, sin que te asusten los retos, sin desánimo, con alegría, con valentía, con corazón, con cariño... con sentimiento Fusionado; ese que te alza el alma para alcanzar lo inalcanzable y para luchar sin desmayo por y para la más grande cofradía que jamás se pudo imaginar, esa que nos enciende los corazones a la Semana Santa cada Domingo de Ramos con María en su más tierno esplendor, la que en cada tarde noche de Miércoles Santo nos llevará a mil y una sensaciones, cada una con su embrujo y esa que en la madrugada del Jueves al Viernes Santo nos sobrecoge en el más profundo rezo y sobriedad.
Como podéis comprobar, ni quiero ni puedo disimular los sentimientos de un corazón Fusionado que lo fue desde siempre y que hoy sigue queriendo con toda su alma el tacto del tergal, la rudeza del esparto, los murmullos de San Juan y, por encima de todo, a sus Sagrados Titulares.
Recuerdo con añoranza los amaneceres del Domingo de Ramos, cuando el primer rayo de luz atisbaba la torre de la Parroquia de San Juan y hacía a los Fusionados dar su particular ¡Buenos días! a la Semana de Pasión mediante un particular Rosario de la Aurora.
Una Virgen niña, guapa y de carita angelical sale a las calles de la tierra de María Santísima para decirnos que ya es Mayor de edad.
Las pequeñas y sencillas andas, dejaron su lugar al inmenso joyero de metal cincelado, las filas de feligreses, al cortejo de nazarenos verde y beige, la aurora de la mañana, al amparo del palio verde y la luz del día, a la cálida mirada de la cera, que llora de alegría, cuando comprende que acompañará a la Madre de Dios; Y allí estará Ella, no cambiará ni un ápice su Divina Bondad con sus Hijos Fusionados, que arrimarán el hombro con igual interés, sea grande o pequeño, sobrio o esplendoroso el Trono, porque saben que Tú no cambias, que los quiere y querrá siempre, mientras sienta latir dentro de ellos un Corazón Fusionado.
Y entonces, sólo entonces, se han visto cumplidos los sueños y los anhelos de muchos de nuestros hermanos y predecesores, que te ven, desde aquí o desde el cielo, en majestuoso trono de plata, desde el que Tú, la niña guapa de San Juan, vas perdonándonos gracias a Tu infinito Favor, mientras derramas Lágrimas de sentimiento por el Mayor Dolor de Tu Hijo, Nuestro Señor, que es humillado por los Azotes, Exaltado en el Santo Madero y finalmente, muerto en la Vera+Cruz para ser la Fe de los Ciegos corazones, que no vieron en Él al Hijo de Dios.
A las seis y cuarto de la tarde del Miércoles Santo, con la llegada del crepúsculo, tres golpes secos resuenan en el interior de San Juan y los corazones Fusionados se aceleran; tras la señal, el tiempo se detiene, se oyen los crujidos de la madera y los chirridos de las enormes bisagras, se abre la Puerta del Cielo y comienza todo lo que llevo un año esperando; la Cruz Guía de las Fusionadas asoman a su barrio, abarrotado, para comenzar su Salida Penitencial.
Tras la Cruz, símbolo de los Cristianos, el inusual compendio de colores que forman nuestro Desfile Penitencial, nos proporcionarán trazas de la diversidad que forman esta Hermandad.
Atado Te llevamos en la Columna del Martirio; Jesús es Azotado por dos soldados. Mientras sufre la tortura nos observa con dulce mirar, desde tu trono de caoba; el Fusionado, verá a su Cristo de Azotes y Columna adentrarse en la aún iluminada Alameda, tras su comitiva de nazarenos blanco y morado, que Le acompañan en Su caminar, sufren penitencia como si quisiesen resarcirle del dolor de aquellos Azotes, que recibió Su Divina Piel, mientras Tú, Grandeza y Sabiduría, dejabas al pueblo hacer estando atado a la Columna, joya de Plata, Carey y Nácar para adormecer el dolor y el sufrimiento.
Es impresionante observar al Cristo de Azotes a paso lento, en su trono sereno al igual que su rostro, concediéndole el perdón, a aquellos que le humillaron y flagelaron sin piedad, sin lanzar al viento ningún lamento.
¡Jesús de Azotes y Columna, perdónalos, porque no saben lo que hacen!
Esos cordeles malditos que al cielo la cruz levantan,
serán cordeles benditos al tocar la Sangre Santa,
del Cordero Divino,
símbolo de nuestra alianza.
En la colación de San Juan, sobre dorado y barroco trono, los judíos alzan el madero entre un llanto de Sangre, mientras, un caudal de penitentes rojo y negro, le preceden llevando encendida la luz de Su Pasión.
El Rey de Belén, sufre un sueño de martirio en el momento mismo de la encrucijada en el monte calavera.
Cristo de la Exaltación, Crucificado de Buiza, Señor de San Juan, pídele al Padre por tus Fusionados, y perdónanos por tensar las cuerdas de la desdicha, en la esperanza de la reconciliación entre Hermanos.
Tras sus pasos, nazarenos del Pentagrama lloran lágrimas de metal, y resonancia de tambores al Cielo de la primavera, como penitencia ante el sufrimiento del Maestro.
La Soberana Imagen de un Cristo Muerto entristece al pueblo, más su muerte nos convierte en río de luces penitenciales, al aire de las lágrimas de la cera.
El crucificado de Zayas, el que costase 800 reales de vellón allá por 1649, ese que el pueblo conoce y venera por el Cristo de los Ciegos, camina majestuoso sobre un monte de claveles sangre, a golpes de un Bolero perpetuo y glorioso; la mecida de Ánimas de Ciegos se hace eterna. Cristo, con pasito celestial, va llenándonos de Luz, a todos, porque incluso los que no ven, abrirán sus corazones a la visión eterna entre las tinieblas de su ceguera.
Que ya va muerto Jesús,
¡Padre mío, Padre nuestro!
que ya va muerto Jesús,
el que sanaba los cuerpos,
el que dio vista a los ciegos,
el que sufrió su tormento,
que proclamen cielo y tierra,
que lo griten las campanas,
llegue al cielo mi lamento,
que la voz del pregonero,
lo grite a los cuatro vientos,
que ya va muerto Jesús,
¡Cristo de Ánimas de Ciegos!
Pero no todo es negro luto en la Sección del Señor; el verde caqui de la Brigada Paracaidista, le acompañará un año más, esperemos que para siempre. Le rendirán honores a su Patrón y Protector, le pedirán que los abrace, les cure las heridas o recoja sus almas, porque Él, Manantial de Sabiduría, ya nos dijo que
“La Muerte no es el Final del Camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un Ciego destino”.
Un año más, mi amigo, ciego de amor, ciego de devoción, ciego de pasión, ciego de sabiduría cofrade, ciego de ternura, ciego de fervor, ciego de Fe, será el encargado de guiarlo por las calles de mi tierra a toques de campana. Por eso, querido Fali, te pido,
que lo levantes con mimo,
que no se mueva siquiera,
que su mecida sea llanto,
que su porte sea nobleza,
que no lo roce ni el viento,
que no te olvides que es dueño,
de tu alma Fusionada, de la mía,
¡ y del pueblo malagueño ! Rafael Romero Palomo
Bajo palio de terciopelo azul, la Madre de Dios sale de San Juan tras una dura maniobra. Parece que no sale, roza, un toque de campana, medio paso a la derecha, ¡échame una mano, Ricardo desde el cielo!, los del A fuera, medio pasito más, una marcha triunfal, un lento caminar, sereno, sin mecida, la tulipa, la cornisa, y por fin, encauzas tu desfile para que toda Málaga pueda ver lo que el Fusionado ya conoce,
Que eres Madre entre las Madres,
la más bonita azucena,
del jardín de los primores,
en este mundo de pena.
Que eres Reina de San Juan
“pa” todos los Fusionados
que querubines del Cielo
te rezan ensimismados.
Que eres flor entre las flores
del más bonito jardín
que eres lucero del día
y alcanzarte nuestro fin.
Que eres luz entre tinieblas
el sendero iluminado
el camino a seguir
para estar siempre a Su lado.
Que eres Madre entre las Madres
que llevas a Juan al lado
“pa” cuidar entre lamentos
a tus hijos Fusionados.
Madre y Señora del Mayor Dolor, la Letanía se hace eterna cuando se reza mirándote a los ojos…
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre incorrupta,
Madre Inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de todos los santo,
Reina de la Paz,
Reina de los Cofrades malacitanos,
Emperatriz de Málaga,
Soberana de San Juan,
Majestad de los Cielos,
eres la Madre de Dios,
eres Nuestra Esperanza.
Cuando parece que todo está consumado, el Fusionado recuerda que en la eterna Madrugada del Viernes Santo malagueño tiene un encuentro con Dios a través del Piadoso Ejercicio del Vía Crucis, acto pleno de devoción que resalta las más hondas tradiciones cofrades de la ciudad.
El Señor de la Vera+Cruz sale de madrugada, en silencio, sin boato, con recogimiento, que el Fusionado también sabe que necesita de este tipo de religiosidad.
El verde esperanza por el triunfo de la vida sobre la muerte del Maestro, se hará un hueco entre el negro luto por su desdicha.
Setenta y dos nazarenos, ni uno más ni uno menos, desfilarán en la noche, para acercarse al primero de los templos malacitanos, y allí, ante el monumento, entre cantos gregorianos, llevar a cabo este piadoso y emotivo acto de alianza con Dios Padre.
Ya de vuelta, con las primeras luces del día, el Fusionado sabrá que se le acaba otro año, aunque no le quede muy claro si lo que sucede es el fin de éste, o el principio del siguiente.
Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y el Mayor Dolor de Nuestra Señora.
Gracias David