ESPERANZA
La virtud de la esperanza, es teologal, infundida por Dios, para que confiemos con plena certeza a alcanzar la vida eterna y los medios necesarios para llegar a ella apoyados en el auxilio omnipotente de Dios.
Reside en la voluntad, ya que es un acto propio, del apetito racional hacia el bien.
Es una virtud que subsiste en la fe. En la tierra en los justos y en el cielo en las almas del purgatorio mientras que no la tienen ni los que están en el cielo (porque ya han llegado) ni los que están en el infierno (porque no pueden esperar ya nada).
La Esperanza. Esperanza en un mundo nuevo y mejor como nos aconsejó nuestro Director Espiritual y párroco en los últimos ejercicios espirituales a los que hemos asistido, el domingo de Gaudete.
Esperanza en un futuro inmediato ahora que llega la época de las ‘vacas flacas’ y nos invade la crisis.
Esperanza en nuestro alrededor, en nuestros amigos, familiares, etc.
¿Pero os habéis imaginado alguna vez cómo pasaría María estos días previos al parto? ¡Llena de esperanza seguro! Porque nadie mejor que Ella para tener la certeza de que traía en su seno al Hijo de Dios y como consecuencia de la esperanza, la alegría, alumbrando con su presencia la vida de todos los que la rodeaban.
En estos tiempos y en esta época navideña que desde todos los rincones (un escaparate, una televisión, etc.) se nos ‘obliga’ a ser felices buscando la felicidad en metas banales y materiales, me quedo sin duda con aquella esperanza, la de María, que llena de alegría se acariciaría la barriga sonriendo, pensando en su Niño. Una esperanza pura, limpia y cristalina, basada en la Fe que tenía en su futuro hijo y que llenaba completamente su alma. Una esperanza verdadera, la que nos lleva a Jesús, y no la que nos quieren vender los directores de marketing.
Desde la Mayordomía del Stmo. Cristo de la Vera+Cruz quiero haceros llegar mi mejor deseo: esa esperanza, la auténtica, la de mi Madre, para que vuestros corazones queden repletos de ella en este año que comenzará en breve.
La virtud de la esperanza, es teologal, infundida por Dios, para que confiemos con plena certeza a alcanzar la vida eterna y los medios necesarios para llegar a ella apoyados en el auxilio omnipotente de Dios.
Reside en la voluntad, ya que es un acto propio, del apetito racional hacia el bien.
Es una virtud que subsiste en la fe. En la tierra en los justos y en el cielo en las almas del purgatorio mientras que no la tienen ni los que están en el cielo (porque ya han llegado) ni los que están en el infierno (porque no pueden esperar ya nada).
La Esperanza. Esperanza en un mundo nuevo y mejor como nos aconsejó nuestro Director Espiritual y párroco en los últimos ejercicios espirituales a los que hemos asistido, el domingo de Gaudete.
Esperanza en un futuro inmediato ahora que llega la época de las ‘vacas flacas’ y nos invade la crisis.
Esperanza en nuestro alrededor, en nuestros amigos, familiares, etc.
¿Pero os habéis imaginado alguna vez cómo pasaría María estos días previos al parto? ¡Llena de esperanza seguro! Porque nadie mejor que Ella para tener la certeza de que traía en su seno al Hijo de Dios y como consecuencia de la esperanza, la alegría, alumbrando con su presencia la vida de todos los que la rodeaban.
En estos tiempos y en esta época navideña que desde todos los rincones (un escaparate, una televisión, etc.) se nos ‘obliga’ a ser felices buscando la felicidad en metas banales y materiales, me quedo sin duda con aquella esperanza, la de María, que llena de alegría se acariciaría la barriga sonriendo, pensando en su Niño. Una esperanza pura, limpia y cristalina, basada en la Fe que tenía en su futuro hijo y que llenaba completamente su alma. Una esperanza verdadera, la que nos lleva a Jesús, y no la que nos quieren vender los directores de marketing.
Desde la Mayordomía del Stmo. Cristo de la Vera+Cruz quiero haceros llegar mi mejor deseo: esa esperanza, la auténtica, la de mi Madre, para que vuestros corazones queden repletos de ella en este año que comenzará en breve.
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